En el mundo corporativo, el change management viene ganando popularidad, y muchas personas de diferentes profesiones se van dirigiendo hacia este oficio. El manejo del cambio es un campo de estudio con un enfoque estructurado por profesionales multidisciplinares especializados para facilitar la transición exitosa de individuos y equipos ante cambios organizacionales.
Se centra en preparar, capacitar y brindar apoyo a los equipos para que adopten y se adapten al cambio de manera efectiva. Esto implica maximizar la participación y contribución de los colaboradores en proyectos y el retorno de la inversión de las iniciativas.
Sin embargo, muchas veces se tiende a creer erróneamente que la gestión del cambio es una solución mágica para cualquier problema relacionado con la transformación de las empresas y que puede resolver dificultades que, en realidad, son parte de procesos mucho más complejos y están ligados a la cultura de la empresa.
La gestión del cambio no es un atajo ni una fórmula mágica que garantiza el éxito en un proyecto de transformación. Para las implementaciones tecnológicas se tiene una metodología diseñada para acompañar a las personas, prepararlas para el cambio, y garantizar el cambio en su forma de trabajo para el uso de la herramienta, sin embargo se necesita de una cultura con una mínima flexibilidad que permita que los equipos acepten el cambio. Imaginemos el proceso como una terapia: nadie sale “curado” después de una sesión. La terapia implica entender las raíces del problema, reconocer patrones de comportamiento, y poco a poco, modificar actitudes. En el cambio organizacional ocurre algo similar: la transformación real no sucede de la noche a la mañana, sino que requiere una preparación profunda, un diagnóstico preciso y una intervención prolongada y cuidadosa.
En todo proceso de cambio, las personas atraviesan distintas emociones y etapas de comportamiento. Uno de los objetivos de la gestión del cambio será tratar de mitigar la brecha del momento inicial hacia el escenario deseado. Se trata de ayudar a las personas a atravesar el cambio buscando llegar en el menor tiempo posible hacia la aceptación y superación, sumando voluntades, esfuerzos y comportamientos esperados a la nueva visión planteada a partir del proyecto.
Al final, la diferencia entre un simple cambio y una verdadera transformación radica en la profundidad de los comportamientos que modificamos. Un cambio es algo temporal: puede tratarse de una acción puntual que se implementa para obtener un resultado inmediato, como una dieta para perder peso rápidamente. Sin embargo, si no transformamos los hábitos y las rutinas subyacentes, el cambio será superficial y poco duradero. Lo mismo ocurre en las organizaciones. La verdadera transformación ocurre cuando los comportamientos y actitudes de las personas cambian de manera profunda y alineada con los valores de la empresa. Este es el verdadero objetivo del change management: no simplemente forzar cambios, sino acompañar una evolución cultural, así como un psicólogo acompaña a su paciente.
La gestión del cambio no es mágica. Es un arte que implica entender, preparar y acompañar a las personas en un proceso profundo y a largo plazo.
Por Irene Marqués, socia de OLIVIA México