Descubre cómo la cultura organizacional se convierte en el ADN que define el éxito de las empresas, impulsando valores, decisiones y motivación en un entorno cada vez más desafiante.
Un informe de Gartner revela que, en 2024, la cultura organizacional escaló entre las cinco prioridades principales para los responsables de recursos humanos a nivel global. De acuerdo con la encuesta, que recabó respuestas de 500 líderes de RR.HH. en 40 países, un 41% de estos profesionales indicó que la conexión de los empleados con la cultura organizacional está comprometida por el trabajo remoto; aunque el 47% afirmó no saber cómo ajustar el rumbo, mientras que un 60% manifestó incertidumbre sobre el impacto que las nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial y la automatización, tendrán en el talento.
Hablar de cultura organizacional no es hablar de conceptos abstractos. Es poner el foco en la personalidad de una organización, en sus valores compartidos, en la forma en que sus colaboradores interactúan, toman decisiones y resuelven conflictos. Y es que, al igual que en el ADN humano, un pequeño cambio en la cultura puede tener un impacto enorme en los resultados del negocio. Una cultura fuerte y positiva puede ser un motor de crecimiento, innovación y motivación. Como Patagonia, una empresa que integra la sostenibilidad a su cultura organizacional y cuya filosofía se basa en la idea de que es posible ser rentable y, al mismo tiempo, hacer el bien al planeta.
En cambio, una cultura tóxica puede corroer desde dentro, desmotivando equipos, reduciendo la productividad y aumentando la rotación de personal. Uber, en sus primeros años, enfrentó una cultura organizacional muy criticada, marcada por una agresiva competencia interna. La presión por obtener resultados a cualquier costo llevó a un ambiente en el que muchos colaboradores se sentían desmotivados y estresados. Esto culminó en un escándalo de acoso sexual que resultó en la renuncia de su CEO, Travis Kalanick, y una revisión completa de la cultura corporativa.
Un estudio reciente realizado por Bumeran detectó que el 83% de las personas trabajadoras experimentó el síndrome de boreout, caracterizado por la falta de motivación o el aburrimiento extremo en el trabajo. Con el 86%, Argentina es el país de la región con el mayor porcentaje de especialistas que detectan personal con boreout. Le siguen Chile con el 83%; Ecuador y Perú con el 81%; y Panamá con el 78%.
Llama la atención la indiferencia que se vive en algunas empresas: de acuerdo al estudio, el 55% de los especialistas no implementan ninguna medida una vez que lo detectan; el 10% trabaja en conjunto con los talentos para identificar soluciones personalizadas que puedan mejorar su situación laboral; y solo el 9% ofrece apoyo emocional.
Imaginemos una empresa como un jardín. Para que un jardín florezca, necesita ciertos elementos esenciales: suelo fértil, agua, luz solar y cuidado constante. Del mismo modo, una cultura organizacional saludable requiere de un conjunto de elementos clave. Estos incluyen valores compartidos que guían las decisiones diarias, una comunicación clara y abierta, sistemas de reconocimiento que premien el esfuerzo y el compromiso, y oportunidades de desarrollo que permitan a los colaboradores crecer personal y profesionalmente y, claro está, un liderazgo que inspire confianza.
Los líderes marcan el rumbo estratégico de las organizaciones, moldean su ambiente y definen las expectativas de comportamiento. La manera en que los líderes actúan, se comunican y toman decisiones envía un mensaje claro sobre los valores que son importantes en la organización. Si el liderazgo es transparente, accesible y coherente con los valores que predica, la cultura florece. Pero si los líderes son incoherentes, su comportamiento crea disonancia y confusión, lo que rápidamente erosiona la confianza y afecta el desempeño.
Los líderes que comprenden el poder de la cultura están mejor equipados para guiar a sus organizaciones hacia el éxito a largo plazo. La cultura es el corazón que late en cada empresa, el ADN que define su capacidad para crecer, innovar y adaptarse en un entorno cada vez más complejo.
Por Jorge Gatto, socio y COO de Olivia.