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Mientras sobrellevamos la pandemia y Europa se levanta gradualmente de esta situación, las oportunidades que trae una recuperación alineada al futuro del planeta ponen en el centro del debate el papel de quienes lideran la gestión de las personas en las organizaciones. 

La evolución de la tecnología, las tendencias socioeconómicas que vivimos, el desafío de transformar las organizaciones hacia la sostenibilidad y la aspiración de Europa de ser un continente carbono neutro para 2050, configura un escenario complejo. Se vislumbra una brecha entre las capacidades y habilidades requeridas por los empleadores en el futuro cercano y las actuales.  

Para subsanar esta situación, es imperativo comprender los procesos de transformación necesarios para que la organización integre el triple balance (valor económico, impacto ambiental y responsabilidad social), a la vez que mantiene su competitividad y capacidad innovadora. 

Quienes son responsables de la gestión de las personas, se encuentran ante el desafío de liderar esta transformación digital y sostenible, buscando fuera de la organización el talento mientras trabajan fuertemente en la mejora de las competencias personales (upskilling) de los colaboradores actuales. Según estimaciones del World Economic Forum (WEF), en el caso de España, por ejemplo, lograr ese upskilling representaría la oportunidad de pasar de un PIB de 6,0% en 2030 a un 6,7%. Tal crecimiento traería de la mano una mejora del 1,1% o 1.2% de los puestos de trabajo. 

Ante la necesidad de tener que adaptarnos constantemente al cambio, estos modelos de transformación requieren una gestión eficaz de aprendizaje continuo. Este modelo debe estar integrado con el resto de la vida profesional de una persona y orientado a sus propias aspiraciones a largo plazo.

Lo primero que necesitamos trabajar en ese camino es la mentalidad de las personas dentro la organización. La clave del éxito pasa por desafiar sus creencias (en muchos casos limitantes), sus procesos mentales y los paradigmas que mantienen y comparten. Lograrlo dependerá de que en nuestro papel como líderes seamos capaces de ayudarles a atravesar este desierto. El objetivo: llegar en el menor tiempo posible a la aceptación, sumando esfuerzos y generando comportamientos esperados a la nueva visión que queremos alcanzar.

Esta transformación hacia la sostenibilidad nos apela a trabajar poniendo a las personas en el centro de nuestras actuaciones. La condición imprescindible es contar con la visión y el compromiso claro por parte de la alta dirección. Paso seguido, podremos transmitir esta nueva mentalidad, forma de trabajar y habilidades tomando como base tres grupos: 

  • Alta Dirección: su compromiso hace que la organización tenga el foco puesto en generar el proceso de transformación, aportando la visión, habilitando recursos y prioridades. De está forma, el triple impacto logrará integrarse en el proceso de toma de decisiones.
  • Equipos transversales: la agenda de sostenibilidad nos apela a trabajar de forma transversal, integrando a equipos con diferentes miradas y capacidades.
  • Roles relacionados con la sostenibilidad: son los principales convencidos de la necesidad de esta transformación. Son quienes tienen la función de integrar en la estrategia y las operaciones de la organización la sostenibilidad.

En definitiva, nos encontramos en un momento donde las organizaciones deben transformarse ya sea por necesidad o por visión. Esa transformación exige que las personas sean las protagonistas del proceso dado que su éxito depende de que nadie se quede atrás ni fuera de esta visión de futuro. Y ese camino se recorre construyendo capacidades y habilidades en las personas para que nos permitan ir de la ambición a la acción, apoyándonos en quienes lideran e inspiran a otros a hacerla realidad.

 

Por  Juan Parodi, Socio y Director de Sostenibilidad e Impacto OLIVIA España

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