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El concepto ‘net positive’ defiende la necesidad de generar impactos positivos para todas aquellas personas afectadas por la actividad empresarial, desde los propios accionistas hasta el último individuo de la sociedad.

Los últimos años han macado cambios de fondo sobre cómo entendemos el rol de las empresas y su contribución a la sociedad y al mundo. Producimos, consumimos y vivimos fuera de los límites que el planeta nos permite, causando un daño que nos devuelve y manifiesta a modo de inundaciones, sequías, olas de calor y otros acontecimientos cada vez más frecuentes. Esta serie de calamidades ponen el foco sobre el impacto de nuestras compañías y sobre qué es lo que los líderes deben hacer. La experiencia más reciente nos recuerda como nunca que el bienestar empresarial depende en esencia de nuestro bienestar como humanos y de nuestra buena relación con el entorno. El documental Breaking Boundaries: The Science of Our Planet nos permite mantener una visión tanto sistémica como individual en este sentido: en él, Sir David Attenborough desglosa los límites a los que nos hemos acercado –y que a veces también hemos traspasado– en los últimos años.

Para poder avanzar en un futuro mejor para nuestro planeta debemos entender cómo las organizaciones formamos parte de un todo mayor; debemos integrar esa visión sistémica y alcanzar un estado de conciencia que nos permita rectificar el rumbo. Las recetas del ayer, como la responsabilidad social corporativa nos muestra hoy, no son las más adecuadas para nuestro tiempo; tampoco son suficientes los esfuerzos de intentar de reducir el impacto negativo de nuestras organizaciones: debemos ir más allá.  

No obstante, hay una buena noticia: esta necesaria transformación es una de las oportunidades económicas más grandes de nuestro tiempo. Estamos ante oportunidades multimillonarias de los principales sectores de la economía, como el transporte, la alimentación, la agricultura y la tecnología. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), por ejemplo, son una clara muestra, proporcionándonos una nueva visión que traduce las necesidades y ambiciones globales en soluciones de negocio. Es precisamente en este contexto cuando aparecen las organizaciones conocidas como net positive.

 

‘Net positive’ es la convicción de hacerse dueño de todos los impactos y consecuencias que surgen de la actividad empresarial

 

Este es un concepto desarrollado por Paul Polman y Andrew Winston con el objetivo de poner en valor a aquellas empresas, que, con coraje, buscan generar un valor duradero al tiempo que son capaces de crecer ayudando al mundo a prosperar. La expresión net positive generalmente se utiliza para referirse a la huella de carbono, pero aquí no nos referimos a esta dimensión, sino a algo mucho más amplio. El pilar sobre el que se apoya este movimiento es la convicción de querer ser una empresa que se hace dueña de todos los impactos y consecuencias –intencionadas o no– que surgen de su actividad. La meta es operar sirviendo a nuestros stakeholders, buscando generar valor a largo plazo. El valor a los accionistas, aquí, se identifica como una consecuencia por todo lo realizado, no como el objetivo principal de la compañía.

Las empresas net positive, por tanto, buscan mejorar el bienestar de todas las personas a las que afecta mediante su actividad a través de todos los niveles en los que opera: producto, operación, región, país y stakeholder, ya sean estos empleados, proveedores, comunidades o clientes. Es decir, son organizaciones que posicionan el bienestar de su entorno en el centro de su modelo de negocio. Aquí es importante destacar el principal diferencial del que parte el concepto: ser net positive no es posible si ponemos el foco en todas sus perspectivas al mismo tiempo, como por ejemplo ocurre al crear beneficios para los stakeholders al tiempo que centramos la atención en los colaboradores y los recursos que empleamos; no se puede priorizar a todos a la vez: el objetivo es que los resultados para cada uno de ellos sean positivos a largo plazo.

En cualquier caso, siendo sinceros, sabemos que ninguna empresa –al menos por ahora– adopta este nivel de ambición. Tampoco consiste en alcanzar la perfección, pero sí consiste en solucionar los problemas que causan impactos negativos, yendo más allá y creando un valor positivo para los demás. Net positive significa ir a las causas, no atacar las consecuencias. Esto requiere de una mirada más sistémica. 

¿Cómo sería un mundo net positive? Es sencillo imaginarlo: en ese mundo, las empresas alimentarias y agrícolas adoptan prácticas regenerativas que enriquecen el suelo, protegen la biodiversidad y secuestran toneladas de carbono; los fabricantes de aluminio, acero y cemento desarrollan productos que empezarían no solo a no aumentar las emisiones de carbono, sino a eliminarlas; las empresas de productos de consumo aumentarían el bienestar humano y planetario con un número creciente de productos sostenibles; y las compañías de moda desvincularían su crecimiento de las prácticas vinculadas a la explotación de los recursos humanos, proporcionando en cambio bienestar social a través de salarios dignos y ambientes sanos.

Existe un número creciente de empresas que está comenzando a adoptar diferentes dimensiones de este modelo empresarial, entre las que se encuentran IKEA, Mars, Patagonia, Danone, Microsoft, Natura, Triodos y Salesforce, entre otras. Aunque no sean perfectas y tengan dificultades para posicionarse como net positive, lo cierto es que van en la dirección correcta. El desafío para entrar en esta lista es grande, pero la oportunidad que se presenta es profunda y gratificante. Ser net positive, en definitiva, nos invita a pensar en una nueva forma de creación de valor empresarial colocando el propósito en el núcleo del negocio.

Para acometer esta forma revolucionaria de pensar y actuar en la empresa moderna necesitamos un cambio profundo en las compañías, partiendo de líderes que desafíen la inercia del statu quo. Necesitamos empresas que se alcen como agentes de cambio y que fuercen la disrupción, que se conviertan en el actor de confianza que pueden ser y resuelvan los problemas que importan. El futuro de la humanidad y el planeta dependen de ello.

Por Juan Parodi, Socio y Director Global de Sostenibilidad e Impacto de OLIVIA.

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