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Cómo construir comunidad en tiempos de desconexión

Las empresas exitosas supieron trascender la estructura operativa y conformar comunidades basadas en la confianza sobre ciertos valores y códigos. ¿Qué ha pasado con ellas a cinco años de la gran renuncia y el gran desapego? Una mirada para seguir sumando.

Las organizaciones son comunidades humanas que crecen y evolucionan en torno a las relaciones, valores compartidos y objetivos comunes. Es clave atender tres pilares fundamentales:

a) las necesidades humanas básicas que impulsan la conexión, 

b) el valor de la diversidad (generacional y cultural), y

c) autonomías productivas, donde el control y la confianza se armonizan en función de un propósito común.

En las organizaciones modernas, esta esencia comunitaria se refleja en el ámbito laboral. La satisfacción de necesidades humanas fundamentales, como plantea la teoría FIRO de William C. Schutz, no solo permite construir entornos más saludables, sino que también potencia el desempeño y la innovación. Tres  necesidades universales impulsan nuestras interacciones: pertenencia, control y afecto. Estas necesidades, aunque simples en apariencia, son profundas y transformadoras. Las organizaciones que las comprenden y las abordan logran mejores resultados.

Cuando estas necesidades se ignoran, las consecuencias pueden ser graves. Empleados desconectados emocionalmente tienden a abandonar sus puestos, afectando la moral del equipo y aumentando los costos de rotación. Es por eso que muchas empresas han desarrollado estrategias exitosas para fortalecer sus comunidades organizacionales. Un caso ejemplar es LEGO, que involucra a sus empleados en el proceso creativo. Su equipo interno actúa como mentor y curador de nuevas ideas, lo que genera sentido de pertenencia. 

El auge del trabajo remoto y la evolución de herramientas digitales han cambiado la forma en que las comunidades organizacionales operan. El entorno digital no es solo un canal de comunicación, sino una plataforma que redefine las interacciones y el propósito colectivo. Organizaciones como Automattic, que trabajan completamente en línea, demuestran que la proximidad física ya no es indispensable para construir comunidades sólidas, siempre que haya intencionalidad en el diseño de experiencias.

El trabajo híbrido también ha cambiado las reglas del juego. Alternar entre espacios de trabajo y horarios flexibles dificulta la comunicación y la coordinación. Además, el distanciamiento físico puede generar una brecha emocional. Investigaciones de Gallup muestran que los empleados totalmente remotos suelen sentirse menos conectados con la misión de su empresa en comparación con sus pares híbridos.

En este contexto, las empresas enfrentan un nuevo desafío: el “Gran Desprendimiento”, un fenómeno que muestra cómo muchos empleados frustrados no pueden cambiar de trabajo en un mercado laboral en desaceleración y, en cambio, se sienten atrapados en su descontento. Aunque las cifras de rotación han disminuido, la desconexión emocional con el trabajo es una amenaza latente para la productividad y el talento futuro. Y esto erosiona y desgasta el sentido de comunidad y pone en riesgo el funcionamiento de la organización en sí. 

A esto se suma otro problema: la falta de confianza en los sistemas de gestión del desempeño. Muchas organizaciones no cuentan con una forma clara de alinear expectativas, reconocer logros y desarrollar a sus empleados. En un entorno disruptivo y cambiante, esta carencia puede afectar tanto la estabilidad interna como la capacidad de adaptación al futuro.

Para fortalecer el sentido de comunidad dentro de las organizaciones, es clave restablecer expectativas claras y vincular las contribuciones individuales con la misión y el propósito de la empresa. Cuando las personas entienden cómo su trabajo impacta en un objetivo mayor, encuentran una motivación intrínseca para desempeñarse con mayor compromiso.

Las organizaciones más exitosas no solo gestionan talento, sino que lo inspiran. Construir comunidades dentro de las empresas no es un desafío menor, pero aquellas que logran hacerlo generan un impacto positivo duradero tanto en sus equipos como en sus resultados.

¿Por qué esto es importante? Primero, porque es algo que habitualmente las organizaciones que habrán de iniciar procesos de gestión del cambio, muchas veces orientadas a la innovación, no tienen presente. Y una de las principales causales de resistencia al cambio en una organización ocurre cuando la comunidad interna está en proceso de disolución, por no cuidar sus necesidades básicas, pero fundamentalmente por no haber generado puentes de confianza entres sus integrantes en cada nivel. 

En un contexto donde 48% de los colaboradores buscan empleos bajo la modalidad híbrida o remota, la mirada de la organización bajo el marco conceptual de comunidades resulta clave no sólo para transformar la organización sino que también para evitar que desaparezca. 

Por Charly Rimeto, Chief Culture Officer de Olivia

 

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