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Las historias de una persona de Filipinas y una de Ghana nos prueban hoy el valor que puede generar la singularidad cuando ésta encuentran su oportunidad. Y de paso cambiar nuestras organizaciones en todo el mundo.

Como ya saben, me gusta mucho hablar del Rock. Porque me apasiona pero también porque considero al Rock uno de los ámbitos más competitivos posibles. Sin embargo, a diferencia de nuestro universo empresarial, el Rock siempre ofrece espacios para una segunda oportunidad. Y de esa oportunidad quiero hablarles hoy: una oportunidad que viene de la mano de la diversidad, la equidad y la inclusión cuando nadie, mucho menos su protagonista, esperaba que eso podía ser posible.

 

Journey es sin lugar a dudas una de las grandes bandas del Rock de todos los tiempos. Hasta principios de los ´80 era un grupo de vanguardia que marcaba tendencia. Inolvidables, sus éxitos como “Don´t Stop Beleavin”, “Wheel in the Sky” o “Faithfully”. No obstante, la fama, el dinero y la ambición llevó al grupo a disolverse y rearmarse a lo largo de la década de los ´80 y ´90, con algunos éxitos puntuales pero nada duradero. Cuando, en 2007, anunciaron una nueva vuelta a los escenarios, las entradas para los dos primeros conciertos de la nueva Journey a realizarse en febrero 2008 en Santiago de Chile, se agotaron en apenas unas horas. Sin embargo, a seis meses de la primera fecha en Viña del Mar y en plenos ensayos en los estudios de Los Ángeles, el entonces cantante Jeff Scott Soto anunció su salida. Journey se había quedado nuevamente sin voz.

 

Soltar nuestros modelos mentales

La búsqueda -frenética- entre bandas amigas y hasta competidoras no generó una solución realmente viable. Neal Schon, guitarrista y cabeza de la banda entonces, amplió la búsqueda, adoptando nuevas fuentes y decidió recurrir a YouTube. Con la fecha del kick-off o de la cancelación cada vez más cerca, se animó a mirar sin prejuicios quién estaba cantando alguna canción de Journey. Como contaría más tarde, sin atender a los clásicos filtros de procedencia, cercanía o curriculum musical, su única prioridad era la calidad de la voz. Buceando, se encontró con Arnel Pineda. Una voz perfecta, joven, que – aparentemente- dominaba todos los registros que buscaba y sumaba, incluso, nuevos. Schon había encontrado a su candidato. Al dar finalmente con el propio Pineda para invitarlo a probarse con el resto de la banda en Los Ángeles, Schon se encontró con una sopresa: Pineda, vivía en las calles de Manila, Filipinas; no hablaba inglés; no tenía pasaporte. Aun así y ante la reticencia de sus compañeros de grupo, Shaw inisistió en probar a Pineda, así que le pagó el pasaje y lo asistió con todo lo necesario para verlo en acción. La anécdota de que “el chico de la calle” tuvo que cantar a cappella en la Embajada de EEUU para probar que era quien decía ser es parte de la historia que culminó 60 días más tarde con el “ex sin techo”, cantando “Don´t Stop Beleaving” ante un enardecido coro de miles de voces en el estadio de Santiago de Chile. Diez años más tarde, Journey entraba al Hall of Fame del Rock.

 

Para mí, lo mejor de esta historia no es solo el cuento de hadas de mendigo a millonario. Es el hecho, cómo el abrirse a nuevas fuentes de talento y el priorizar la selección de una persona (Arnel Pineda) únicamente en sus habilidades y no en otras características, como su origen o su pasado, generó la base para brindarle una gran oportunidad al candidato y mejorarle la vida tanto a él como a toda la organización (Journey).

Si no hubiera sido por esa mirada de Neal Schon libre de sesgos, quizás el mundo nunca habría conocido a Arnel Pineda; ni tampoco la nueva versión de Journey. Una organización que hoy es mucho más heterogénea que jamás antes en su historia, y tanto más rica.

 

Liderar el sistema desde la diversidad e inclusión genera riqueza

La diversidad está hoy en boca de todos. En nuestras casas tanto como en nuestras empresas. En el caso de nuestras organizaciones, me sorprende ver cuántos directorios hoy aún creen que la diversidad e inclusión se reducen a una declaración de intenciones en el marco de nuestros manifiestos. Exige mucho más, porque el valor de lo que ofrece es inmensurable.

 

En primer lugar, nos exige desactivar nuestros modelos mentales propios para reconocer los sesgos con los cuales, como líderes, solemos interpretar y proyectar nuestro entorno. Es algo que nos cuesta a todos. Porque, seamos sinceros, cuánto más cómodo es rodearnos de personas con las cuales creemos compartir la mirada de un pasado en común.

 

Sin embargo, igual de certero es recordar que nuestra organización es, antes que nada, un sistema que requiere reinventarse constantemente. Repensarnos como sistema no lo podemos lograr apostando por lo conocido, cómodo y cercano. Necesitamos de diferentes miradas y de la diversidad de pensamiento para explorar y probar. Saber nutrir de esa complementariedad al sistema que es nuestra organización, es una de las principales oportunidades que tenemos hoy como líderes. Journey es un buen ejemplo de la riqueza que podemos generar si lo logramos. Otro más cercano en el tiempo es el de Edward Enninful.

Hace unos días, se supo que este inglés, nacido en Ghana, África Oriental, dejaba la dirección de British Vogue. Sin embargo, la noticia no es su salida sino el legado que deja este hombre de 51 años después de seis años como director de la filial británica de la revista que lidera a nivel global la mítica -y temida- Anna Wintour.

 

Convengamos que seis años no son mucho tiempo para dejar huella en una empresa. Sin embargo, en ese tiempo, Enninful, quebró más límites que otros en toda una vida. Y lo hizo con una simple regla: animándose a desafiar nuestra mirada; desafiándonos a no huirle a los contrastes, sino a reconocerlos y a aprovecharlos. Su principal herramienta: observar el mundo con lentes que siempre volvió a renovar, de la mano de la diversidad y la inclusión.

 

Desde las páginas de su revista supo destacar el valor al género, a la edad, a la discapacidad. En la tapa de este ícono de la moda, brillaron tanto la actriz con multipleesclerosis -y bastón en mano- Selma Blair; la modelo con síndrome de Down Ellie Goldstein o la octogenaria Dame Judy Dench, más conocida como “M” para los fanáticos de un tal James Bond. Sin olvidar, los tres trabajadores sanitarios que celebró British Vogue durante la pandemia. En otras palabras, este hombre negro y declarado homosexual, nos mostró el valor de la diversidad para ayudarnos a cambiar nuestra mirada sobre cómo contemplamos el mundo que nos rodea.

 

A quienes les parece un aporte insignificante, les recuerdo que con esa mirada distinta, visibilizando las características de personas que representan a grupos minorizados en muchos ámbitos y que rompe los prejuicios sociales que marcan una posición hegemónica sobre los patrones de belleza, Enninful desafío a un ecosistema que, entre lectores, anunciantes y empresas fabricantes, compone una industria que genera más de US$ 990.000 millones cada año. Sin embargo, cuando British Vogue hoy “habla”, la misma industria “escucha”. La dirección del grupo que lidera la mítica -y temida- Anna Wintour se lo reconoce ahora a Enninful con el puesto de Director Creativo y de Cultura Global. Desde allí tendrá la función de anclar la diversidad, equidad, inclusión y pertenencia como uno de los pilares culturales del grupo en todo el mundo.

Podemos disfrutar de la música de Journey y de la belleza que nos deja la mirada distinta de Edward Enninful. Pero, mejor, tratemos de multiplicar su ejemplo.

Cuando contratemos a nuestros próximos talentos , cuando armemos nuestros nuevos equipos, cuando definamos nuestras futuras estrategias. Nuestras organizaciones, las personas que las componen y nuestros clientes, nos lo están demandando y nos lo reconocerán.

 

Por Alberto Bethke, CEO y socio fundador de OLIVIA

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