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La economía española guarda en su seno un arma secreta: una elevada e inusual concentración de empresas familiares que no existe en otros lugares del mundo. Por definición, este modelo de empresa reúne todos los elementos que exigen los negocios del futuro. Por ello, y por su gran poder transformador, la empresa familiar impulsará también el futuro del país, con un potencial de impacto equivalente al de Apple o Tesla, y que ya marcaron grupos españoles como Inditex, Globalia o Camper. Ciertamente, el camino requiere afrontar desafíos, pero representa una gran oportunidad.

Las empresas familiares españolas crean cerca del 70% del empleo privado. Son responsables de más de 6,58 millones de puestos de trabajo, representan el 89% de la masa empresarial y generan alrededor del 60% del PIB del sector privado español, según los datos disponibles del Instituto de la Empresa Familiar (IEF). Además, el 37% de las empresas españolas que facturan más de 1.000 millones de euros hoy son grupos familiares nacionales, y el 70% de ellas cotiza en bolsa.

Por otro lado, es conocido que las empresas familiares tienen un propósito, una visión del negocio y, en consecuencia, una misión que se puede identificar con una persona, un apellido, una familia. Es decir, son una clara manifestación de la importancia de poner el foco en las personas. Porque son ellas, las que desde el centro de nuestras organizaciones constituyen la fuerza motriz que nos hace cambiar y transformarnos, y las que con su talento y su ilusión hacen avanzar a este país.

A través del ejemplo de trabajo que da la familia fundadora, ese propósito se hace "de carne y hueso", y es esa "conexión" humana la que genera adhesión y credibilidad en su gestión. Asimismo, la empresa familiar española pone mucho interés en la necesidad de formación de las nuevas generaciones, y el legado se va adaptando, como parte de una cultura que atraviesa los tiempos.

La combinación de estos factores permite que tanto el propósito como la cultura organizacional sean mucho más tangibles que en una gran corporación. El resultado es un nivel de compromiso por encima de la media y una rotación baja, incluso en momentos de crisis.

Un ejemplo, en un periodo de crisis económica como el periodo 2012-2015, la tasa de cierre de empresas familiares en España fue del 8,5%, frente al 10,1% de las no familiares, según datos del IEF.

En una empresa cuyo futuro se vincula a un legado, la dirección puede adoptar medidas de transformación drásticas incluso si, en el corto plazo, esto supone un bajo margen de beneficios. En una gran compañía, el equipo directivo tiene que rendir cuenta a los accionistas y encuentra más resistencia a tomar decisiones que impliquen una merma del negocio a corto plazo. Y esto, por lejano que parezca, es una característica que une a empresas familiares que protagonizaron en el pasado épicas de disrupción, como Henry Ford o Thomas Alba Edison (General Electric) con otras que lo han hecho o lo están haciendo en el presente, como Elon Musk en Tesla, Steve Jobs en Apple, Jeff Bezos en Amazon o Richard Branson en Virgin.

Ahora bien, para poder aprovechar su oportunidad de liderar el cambio que exigen los negocios del futuro, la empresa familiar española afronta también desafíos de peso:

-Una estructura jerárquica. Gran parte de las empresas familiares españolas presentan un esquema interno muy vertical que limita la agilidad y el potencial de innovación. Sin embargo, las nuevas generaciones están empezando a tomar el relevo en gran parte de los comités de dirección y consejos de administración de las empresas familiares, con una mente formada en el siglo XXI pero sobre los mejores valores de la tradición familiar.

-Falta de presencia internacional. Pese a estar en plena globalización, apenas el 11% de las empresas familiares tiene presencia internacional, según el IEF. La buena noticia es que los grupos que lideran la globalización con bandera española son compañías como Inditex, Globalia, Mango, Freixenet o Camper. Todas ellas lideraron el "milagro español" que marcó el impulso de la economía española en los primeros años de este siglo.

-La necesidad de mantener una innovación constante. Es quizás el mayor reto de la empresa familiar. A primera vista, el mensaje de permanencia en el tiempo atenta por definición contra todo cambio. Sin embargo, justamente aquí radica también una de sus mayores oportunidades. La empresa familiar está obligada a cambiar para seguir siendo relevante para sus clientes, y para su talento. Lo mejor es cimentar ese cambio permanente sobre la cultura de valores que sostienen a toda empresa familiar. Más aún si esta cultura es personificada y vivida por una nueva generación de la familia fundadora. La innovación y el cambio se presentan así no como una contradicción, sino como su mejor aliado. También aquí hay más de un ejemplo en España que sabe llevar adelante ese concepto como pocas en el mundo. Inditex, Mercadona, Barceló o Teknia son, quizás, algunos de los más conocidos.

La economía española tiene, además, un activo fundamental frente a otros países: la calidad de vida que ofrece España, y que si se sabe aprovechar puede ser un diferencial para atraer el mejor talento de los nómadas digitales. Aprovechar estas oportunidades es una forma de dar continuidad a las características que impulsaron la empresa familiar a lo largo de la historia: el foco en las personas y el hambre por conquistar nuevos mercados con un legado que perdure en el tiempo.

Por Claudio Ardissone, Director de Negocios en Olivia 

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