“¿Cuál fue la tontería corporativa más grande que “compraste”, al aceptar avanzar con algún proyecto por consejo de algún consultor?”. Esta pregunta, aparentemente provocativa, abre una reflexión necesaria sobre las modas del management que consumen recursos sin generar valor real, tal como lo abordamos en el episodio “Falsos profetas del management” de Whisky Stories, un espacio donde exploramos las trampas más comunes del mundo corporativo.
La lista es extensa y conocida: reingeniería de procesos, mapeo de procesos, mejora continua de procesos, Six Sigma, Kaizen, tecnologías para documentar procesos, evaluación de competencias, evaluación de potencial, diseño organizacional. Pero quizás la compra más costosa para muchas organizaciones llegó con el Y2K: antes del nuevo milenio, se creía que el cambio de 1999 al 2000 podría producir una falla masiva en los sistemas informáticos que usaban dos dígitos para representar el año.
Multinacionales invirtieron sumas millonarias para actualizar sistemas y prevenir desastres que, finalmente, nunca ocurrieron. Y el patrón se repite constantemente con otras modas pasajeras, cuyas implementaciones demuestran que los resultados difieren de los números que se veían en Excel.
¿Cuál es la habilidad que un líder debe tener en el siglo XXI para distinguir a los falsos profetas de las tendencias reales? La respuesta está en hacerse la pregunta correcta antes de evaluar cualquier iniciativa. Pero la pregunta clave es doble: ¿Cuál es la necesidad real que tengo que cubrir? Y al consumidor, ¿cómo le va a mejorar la vida esto que estoy haciendo?
Si al cliente le resulta indiferente que se automatice un proceso o implemente una nueva metodología, se está frente a una señal de alarma. En ese caso, solo existen dos justificaciones válidas: que genere un ahorro significativo para la compañía o que agregue tanto valor que te permita superar claramente a la competencia.
Esta doble pregunta actúa como un filtro poderoso para distinguir entre valor real y activismo organizacional sin sentido.
Los vendedores de modas corporativas tienen un arsenal de argumentos aparentemente irrefutables. Reconocerlos es el primer paso para no caer en sus trampas:
Lo interesante es que las mismas herramientas que fracasan en una organización pueden ser exitosas en otra. No se trata tanto del proyecto en sí, sino del contexto donde ocurre el cambio. “It's the people”, como dice la frase. El éxito depende del ecosistema social de la compañía y de que el equipo tenga las condiciones relacionales, la atención suficiente y el sentido de urgencia necesarios.
En lugar de perseguir modas, las organizaciones inteligentes se enfocan en tres temas que son realmente importantes, que las hacen diferentes o únicas: el cliente, la calidad del producto, el poder de innovación.
Estos criterios deben ser “atemporales”: si la compañía tiene 100 años, uno podría preguntarse qué era importante hace un siglo y sigue siendo importante ahora. Esa perspectiva de largo plazo ayuda a olvidarse de la incertidumbre del corto plazo para pensar en términos de décadas.
Tomemos el ejemplo de la despedida de Black Sabbath: 5,8 millones de personas en streaming, 40.000 en el Villa Park de Birmingham, tocando temas con más de 50 años que siguen vigentes. ¿Por qué funcionó? Porque hubo un antes y un después. Ellos inventaron el concepto de heavy metal, evolucionaron constantemente, pero volvieron a sus bases. La gente busca esa esencia. La banda usó un vehículo nuevo (el streaming), pero la esencia siguió siendo la misma.
Las transformaciones genuinas combinan dos elementos: la esencia (lo que realmente importa para la organización) y el contexto oportuno para que ese cambio suceda. Ahí es donde podemos hablar de un cambio verdaderamente transformacional.
El verdadero valor se ve cuando hay un antes y un después, no solo en procesos, sino en la capacidad de la organización de encontrarle sentido profundo a lo que hace.
La habilidad del siglo XXI es distinguir a los falsos profetas de las tendencias reales y profundas. Esto requiere:
La próxima vez que aparezca alguien vendiendo la última “revolución” organizacional, recordemos hacernos estas preguntas. En un mundo lleno de falsos profetas, las organizaciones que prosperan son las que logran distinguir entre la moda pasajera y el cambio genuinamente transformador.
Te invitamos a ver el episodio completo “Falsos profetas del management” en Olivia Play para profundizar en estas reflexiones.
Por Ezequiel Keczkier, socio fundador y CEO de la consultora Olivia.