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El debate sobre Diversidad e Inclusión es necesario y llega justo cuando nuestras organizaciones deben ampliar su fuente de talento. Sin embargo, es el mismo debate que corre peligro de quedarse a medio camino.

Era hora que nuestras organizaciones reconozcan la deuda generacional que arrastraban en materia de Diversidad e Inclusión.

Desde hace demasiado tiempo, nuestras empresas y compañías han desestimado o subvalorado el aporte que le genera a cualquier grupo humano la multiplicidad de perfiles, orígenes, géneros o procedencia. Si algo bueno nos dejaron los tiempos de transformación que estamos atravesando es justamente habernos obligado a replantearnos cuán diversos realmente somos a la hora de definirnos como organización.

No solo por una cuestión ética o de derechos, también por el valor agregado y la riqueza que genera la diversidad a la hora de pensar y desarrollar cualquier cadena de valor.

En ese sentido, hoy vemos cada vez más empresas que se muestran más atentas a los derechos y necesidades de los distintos géneros que componen nuestras organizaciones; del origen social de la cual provienen; o de la tendencia religiosa a la que pertenecen.

Sin embargo, considerando la discusión y la seriedad con que se dan los debates alrededor de la diversidad e inclusión, me sorprende que sigamos no solo desaprovechando uno de los mayores activos que podemos tener como humanos, sino que -peor aún- lo descartemos.

Me refiero a la edad o- mejor dicho- a la sabiduría que trae de la mano la experiencia de haber recorrido más de 50 décadas por este mundo.

Si bien hay organizaciones que comienzan a reconocer esto, para la gran mayoría parece un cuento de los hermanos Grimm. Es que cuando se trata de aprovechar los beneficios de la sabiduría que genera una trayectoria que se compone tanto de sus logros como de sus fracasos, parecemos principiantes. Lo interesante es que lo hacemos ante un escenario de una población global con una expectativa de vida que se extiende cada vez más con todo lo que ello conlleva: extensión de las necesidades de servicios sociales; sistemas de jubilación que muestran sus primeras muestras de agotamiento; por ejemplo.

 

Las cuatro razones por las que valorar la sabiduría de la edad

Es por eso que, cuando nuestras organizaciones necesitan más que nunca el temple de la experiencia para transitar la incertidumbre, haríamos bien en buscar a los + 50 para complementar nuestro mix de talento. Las cuatro razones que explican el por qué son las siguientes:

 

  1. El valor del trabajo: una persona que está más cerca del fin de su carrera profesional suele cuidar y valorar distinto su lugar de trabajo. Es más reflexiva. Ha disfrutados de sus “viajes de vida” así como también ha aprendido a gestionar sus fracasos. Una persona así sabe, en el mejor de los casos, trabajar desde una visión de aportar más que de crecer. Estas personas ya no quieren conquistar el mundo, sino enriquecerlo.

     

  2. Más experiencia que razón: los +50 hablan desde la experiencia que la inteligencia es un elemento valioso, pero no puede ser el único a la hora de tomar decisiones. Los mayores aprendieron de sus fracasos que a la razón hay que sumarle siempre una buena porción de experiencia -propia o ajena- para poder saber cómo impactará una decisión a futuro. Un buen ejemplo es cualquier instancia de negociación. Toda negociación requiere de inteligencia para sacar el máximo provecho para uno mismo. Pero es la experiencia de vida que enseña que ese “máximo provecho” -casi siempre- es el que le permite a nuestra contraparte salir también con alguna ganancia de la negociación. Reconocerlo, aceptarlo y trabajarlo requiere de la empatía que nos proveen los años.

     

  3. Tan tecnológicos como cualquier milennial: uno de los prejuicios más compartido es que quienes han pasado el umbral de los 50 años, al no ser nativos digitales, no suelen hallarse con la tecnología. Quienes así piensan, deberían recordar que ni Jeff Bezos, era un programador, ni Elon Musk, un constructor de autos, cuando ambos desafiaron a las industrias en las cuales brillan hoy. Con esto quiero decir, que la edad no es justificativo para más o menos habilidad en un rubro. Se puede ser igual de loco por la tecnología o sus procesos a los +20 que a los +50.

     

  4. Más fuertes que blandos: una de las actividades deportivas que más crecieron en los últimos años es el running. Y, dentro de esta disciplina, también el Trail running, las carreras de montaña. Los invito a bucear entre quienes realizan las distancias +42km, con desniveles acumulados que superan los 2.000 m. Se sorprenderán en encontrar varias personas +50. ¿La razón? La larga distancia les permite aprovechar a estos su mejor activo: la fortaleza psicológica que les dio una vida cayéndose y volviendo a levantarse; la “cabeza” como dicen entre ellos. En momentos cuando todos buscamos la “salud mental” que nos permita vivir una vida personal y laboral más llena, estas personas tienen mucho para enseñarnos sobre la relación entre el esfuerzo y la constancia.

Demasiado jóvenes para morir

Lo interesante es que hay varias empresas que saben aprovechar ese mix en su máxima expresión. Y lo interesante es que, en un número no menor, son todas empresas que están hoy en la vanguardia de la innovación. Por ejemplo, Google, que mantiene en su plantilla a Vinton Cerf. "Vint", como lo llamaban sus amigos hasta el día de hoy, es quien junto a Robert Kahn, desarrolló el protocolo madre de lo que hoy llamamos Internet. A sus 80 años, Cerf sigue siendo Chief Internet Evangelist en Google. Otra es IBM que a lo largo de su historia supo contar entre sus “fellows” con hasta cinco Nobel de Física.

Los mismo sucede en América Latina, donde más de un unicornio incorporó a su consejo de Administración personas +50 para aprovechar el valor del conocimiento empírico – la sabiduría- que genera la edad.

Estos ejecutivos son conocidos por ser muchas veces los primeros en llegar a la oficina y estar entre los últimos en partir. No lo hacen por el valor de sus honorarios. Lo hacen tanto por la pasión por lo que hacen y por la responsabilidad que siente hacia quienes le reportan y en quienes confiaron en ellos.

Sigamos el ejemplo: armemos equipos que sepan mezclar a los jóvenes racionales con los “viejos” sabios.

 

El mix de variables hace a la fórmula más valiosa

En todo el mundo, las empresas y compañías tienen problemas para contratar a los mejores talentos. Los departamentos de Recursos Humanos, los especialistas de personal las áreas de talento tienen dificultades para completar su casillero. Ignoran a todo candidato que supera la marca psicológica de los 55 años, dándose el lujo de descartar a todo un grupo etario que combina algunas de las mejores cualidades que tiene el ser humano. Al mismo tiempo, siguen nutriendo la imagen de que más allá de los 50 años solo somos “too old to rock´n roll and too young to die”, para citar a mis queridos Jethro Tull. Mientras, RRHH sigue insistiendo en priorizar a los jóvenes inteligentes, confundiendo energía con conocimiento. Claro está, es más rápido, estudiar y aprender que dejar que la vida nos enseñe a golpe de fracasos, que aprendamos de ellos y nos convirtamos así en sabios. Por último, en el mundo en el que vivimos, deberíamos descartar que una persona de +50 se jubila en 10 años y por eso no conviene contratarla. 

Como siempre, el mix de variables hace a la formula más valiosa. Los invito a animarse a aprovechar en nuestras empresas el valor de la edad. También eso es diversidad.

Por Alberto Bethke, CEO y socio fundador de OLIVIA

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