Rotación, desempeño, clima laboral, liderazgo… todo eso que medimos con dashboards y encuestas tiene una raíz más profunda: las relaciones reales entre las personas, y la influencia que unas ejercen sobre otras.
La buena noticia: ya es posible mapear y anticipar estos patrones. La mala: muy pocos lo están haciendo bien.
La influencia no es un “soft skill”. Es un acelerador silencioso de casi todos los fenómenos organizacionales relevantes. Y aunque las encuestas tradicionales aportan información valiosa, lo hacen desde la superficie. Son útiles, pero incompletas.
Los modelos que combinan encuestas + nominaciones + redes generan una comprensión radicalmente más profunda.
Veamos cómo se traduce esto:
Spoiler: no se mide solo con encuestas. Las encuestas tienen valor, pero también limitaciones. Las redes, en cambio, revelan el sistema.
Las personas pueden responder con sesgo: decir lo que creen que deben decir, lo que su jefe espera o lo que no las mete en problemas. Pero hay algo que no pueden controlar: quién las nomina.
Cuando le preguntas a alguien:
No hay forma de fingir. Si nadie te nombra, nadie te nombra. Y si muchos lo hacen, es porque estás generando un impacto. Las nominaciones son una forma silenciosa de votar por el liderazgo real.
Cuando se integran con preguntas bien construidas y modelos psicosociales, los ARO (Análisis de Redes Organizacionales) permiten detectar influencia emocional, técnica, cultural, relacional… y mapear cómo circula esa energía.
Tampoco basta con saber si alguien es influyente. También importa dónde está parado en el sistema.
Estas configuraciones modifican la capacidad real de hacer que las cosas pasen. Y cambian completamente cómo entendemos el poder dentro de una organización.
Cuando cruzas nominaciones + tipo de influencia + posición en la red, tienes un GPS organizacional.
Puedes anticipar:
Todo esto no es opinión. Es estructura. Es red. Es comportamiento colectivo.
Queremos transformar el ambiente, pero no sabemos quién lo moldea. Queremos impulsar el cambio, pero ignoramos quién realmente influye. Queremos cultura ágil, pero no mapeamos la red humana que puede (o no) habilitarla.
La influencia es el algoritmo humano que las empresas aún no han terminado de mapear. Pero está ahí. Decidiendo más que el CEO.
¿Tu próxima iniciativa de cambio parte de un organigrama… o de un mapa de influencia real?
Por Yoel Kluk, socio de la consultora Olivia.