Reflexiones - Blog de Olivia Consultora

La verdadera cultura no vive en los valores. Vive en la influencia cotidiana.

Escrito por Yoel Kluk | Aug 25, 2025 2:17:07 PM

Rotación, desempeño, clima laboral, liderazgo… todo eso que medimos con dashboards y encuestas tiene una raíz más profunda: las relaciones reales entre las personas, y la influencia que unas ejercen sobre otras.

La buena noticia: ya es posible mapear y anticipar estos patrones. La mala: muy pocos lo están haciendo bien.

¿Cómo se conecta la influencia con lo que realmente importa en una organización?

La influencia no es un “soft skill”. Es un acelerador silencioso de casi todos los fenómenos organizacionales relevantes. Y aunque las encuestas tradicionales aportan información valiosa, lo hacen desde la superficie. Son útiles, pero incompletas.

Los modelos que combinan encuestas + nominaciones + redes generan una comprensión radicalmente más profunda.

Veamos cómo se traduce esto:

  • Rotación: Las personas emocionalmente influyentes generan pertenencia. Cuando se van, arrastran energía, vínculos y estabilidad. Anticipar su posible salida no es solo prevención de rotación: es prevención de fracturas invisibles.
  • Desempeño: Las personas con alta influencia técnica mejoran los resultados de quienes las rodean. Son centros de solución, claridad y empuje. Muchas veces no tienen cargo directivo. Pero sí tienen impacto directo en la productividad colectiva.
  • Ambiente laboral: La influencia cultural moldea el clima más que cualquier campaña de comunicación. Lo que las personas influyentes toleran, replican o celebran se convierte en “lo normal” en la organización. La cultura no se escribe. Se contagia.
  • Liderazgo: Puedes tener el cargo más alto y aún así no tener influencia. Un líder que no influye es un líder que no ejecuta. La ejecución depende de relaciones reales, no de jerarquías formales.

¿Cómo se mide todo esto?

Spoiler: no se mide solo con encuestas. Las encuestas tienen valor, pero también limitaciones. Las redes, en cambio, revelan el sistema.

Las personas pueden responder con sesgo: decir lo que creen que deben decir, lo que su jefe espera o lo que no las mete en problemas. Pero hay algo que no pueden controlar: quién las nomina.

Las nominaciones: el candado contra el sesgo

Cuando le preguntas a alguien:

  • ¿A quién acudirías si necesitas ayuda real?
  • ¿Quién te inspira a mejorar?
  • ¿A quién seguirías si todo se descontrola?

No hay forma de fingir. Si nadie te nombra, nadie te nombra. Y si muchos lo hacen, es porque estás generando un impacto. Las nominaciones son una forma silenciosa de votar por el liderazgo real.

Cuando se integran con preguntas bien construidas y modelos psicosociales, los ARO (Análisis de Redes Organizacionales) permiten detectar influencia emocional, técnica, cultural, relacional… y mapear cómo circula esa energía.

Influencia no es lo mismo que centralidad

Tampoco basta con saber si alguien es influyente. También importa dónde está parado en el sistema.

  • Algunas personas están en el centro de la red, conectadas con otros nodos clave.
  • Otras son puentes entre silos, permiten que circule información entre áreas que normalmente no interactúan.
  • Algunas están aisladas, aunque tengan muchos likes en Yammer.

Estas configuraciones modifican la capacidad real de hacer que las cosas pasen. Y cambian completamente cómo entendemos el poder dentro de una organización.

¿Para qué sirve todo esto?

Cuando cruzas nominaciones + tipo de influencia + posición en la red, tienes un GPS organizacional.

Puedes anticipar:

  • Qué personas son clave para sostener el ambiente de trabajo.
  • Quiénes pueden facilitar o bloquear una transformación cultural.
  • A quiénes necesitas proteger como activos intangibles, aunque no estén en la mira del talento formal.
  • Qué equipos están aislados del cambio, aunque en los reportes parezca que todo fluye.

 

Todo esto no es opinión. Es estructura. Es red. Es comportamiento colectivo.

¿El problema? Seguimos gestionando cultura como si fuera un eslogan

Queremos transformar el ambiente, pero no sabemos quién lo moldea. Queremos impulsar el cambio, pero ignoramos quién realmente influye. Queremos cultura ágil, pero no mapeamos la red humana que puede (o no) habilitarla.

La influencia es el algoritmo humano que las empresas aún no han terminado de mapear. Pero está ahí. Decidiendo más que el CEO.

Y ahora, una pregunta incómoda:

¿Tu próxima iniciativa de cambio parte de un organigrama… o de un mapa de influencia real?

Por Yoel Kluk, socio de la consultora Olivia.