La IA es un misterio para muchos y un temor para otros tantos. Sin embargo -y es bueno recordarlo-, ante todo, la IA es una ciencia exacta. Se basa en lo más sólido que hemos logrado generar como humanos: los datos, que una vez ordenados se transforman en información objetiva. Como tal, la IA no da lugar a la ambigüedad o la libre interpretación.
Es una disciplina que asegura generar un resultado concreto, en base a las premisas con las que la trabajemos. Sin embargo, es aquí donde solemos cometer el pecado original en nuestra relación con la IA, especialmente si la pensamos desde nuestras organizaciones.
En el último año, nuestras conversaciones con ejecutivos y empresas se centraron casi exclusivamente en la Inteligencia Artificial y cómo aprovecharla. sorprendente es que en la mayoría de los casos no se había hecho antes el paso previo. No podemos pensar como organización en IA sino entendimos antes de que, para poder hablar de la Inteligencia Artificial, tenemos que preparar a toda nuestra organización para ese nuevo universo que es la IA y que se basa en esa información que se convierte en el mejor de los casos en conocimiento para todos nosotros. De otra forma, terminaremos rápidamente hablando más de temores que de oportunidades. Alcanza con bucear en Internet sobre los escenarios futuros de prometer la IA para caer muchas veces a que la IA, en definitiva, es una “amenaza” para la humanidad. Es aquí donde veo una ambigüedad que muchos líderes hoy no tienen presente.
En el mundo en el que vivimos, la Inteligencia Artificial ya es una realidad. Trabajamos con ella cuando implementamos tecnologías de automatización; cuando aprovechamos como usuarios un chatbot; cuando buscamos algo por Internet; cuando compramos algo en un e-commerce y ni hablar cuando jugamos con ese fascinante instrumento que es ChatGPT o alguno de los motores relacionados.
Donde fallamos como líderes organizacionales que debemos preparar a nuestras compañías para la era de la IA es a la hora de tener las conversaciones puertas adentro de nuestras empresas y organizaciones para justamente hacer el cambio de mindset que necesitamos para poder funcionar en un mundo que estará -sin lugar a dudas- anclado sobre Inteligencia Artificial.
Me refiero con esto a dejar atrás la idea de que la IA ha llegado para erradicarnos de la faz de la tierra y empezar a pensar cómo tenemos que reconfigurar la dinámica de nuestra compañía para que esté preparada para potenciarse con la IA.
En otras palabras, dejar atrás la idea de que implementando tecnologías basadas en IA alcanza y abrazar la idea de aprender a funcionar sobre IA en general. Entonces, no se trata de tecnología sino de cultura; no se trata de implementación sino de change management.
El primer paso pasa por aprender a desdoblar nuestras conversaciones sobre IA. La primera se centra en entender -y limitar- la conversación al tipo de tecnologías basadas en IA que estamos utilizando o necesitando utilizar. La segunda, en cambio, requiere cuestionarnos cómo queremos funcionar sobre IA; en qué marco estamos dispuestos a hacerlo y, mejor aún, con qué set de valores queremos, como organización- trabajar con la IA.
Porque ya hemos aprendido y aceptado que la IA no es una evolución tecnológica más: es un nuevo mundo, que cambiará nuestro mundo, como ya lo anticipó y tan bien nos grafica el autor Noa Harari (Sapiens: De Animales y Dioses; Homo Deus).
Ahora, nos toca trabajar en nuestras compañías el marco cultural en cual queremos dar ese paso evolutivo.
Necesitamos (re)definir la forma cómo hacemos lo que hacemos como organización pero ya para un mundo en el cual la inteligencia artificial es el motor de todo lo que hacemos.
Eso nos exige saber tener una cultura del cambio. Y, en primera instancia, definir un marco ético, que será el set de valores que rigen cómo trabajamos: con las personas, los recursos, con y hacia nuestra comunidad en un mundo de inteligencia artificial. Un ejemplo para graficarlo es el camino que recorrimos en la evolución de la investigación genética: aceptamos clonar un animal, pero nos privamos de intentar hacerlo con un ser humano.
Es esta conversación, que hoy en el ámbito de la IA aún no estamos teniendo: ni como organizaciones, ni como líderes de ellas. Ante el veloz avance de la IA, urge que tengamos esa conversación más temprano que tarde. Porque ya nadie duda de que la IA es una realidad que atraviesa cada vez más ámbitos de lo que hacemos. Como decíamos arriba, no hay ámbito que hoy no esté trabajando con una implementación o en base a una aplicación de IA, mejorando procesos y experiencias. Sin embargo, contemplar la IA desde ese lugar solo nos deja trabajar con ella en el corto plazo.
El marco ético es la visión que nos abre la mirada para saber aprovechar la IA en el largo plazo. Estamos en un viaje hacia el nuevo mundo. Como Cristóbal Colón en su momento o el equipo de Apollo 11, no sabemos con qué nos vamos a encontrar a lo largo del viaje. Tener valores y un marco ético que nos sirva de guía y apoyo en ese viaje nos permitirá adaptarnos a lo que encontremos, en vez de destruirnos.
Por Alejandro Goldstein, socio de Olivia.