Las identidades culturales nos permiten tener un sentido de pertenencia de los integrantes de una organización. Identificarlas y trabajar con aquellas creencias, símbolos, y valores que inspiren a las personas, genera conexión plena entre los objetivos individuales y el propósito de un conjunto de personas. Diego Maradona supo hacerlo y -casi- gana la copa.
Durante este mes, se cumplieron 30 años del mundial de Italia 90´. A pesar de que era chico, lo recuerdo bastante. Los italianos, silbando el himno argentino, y a Diego Maradona, devolviendo el insulto en la final. Esa la imagen más nítida que tengo de ese mundial.
En Italia 90´,se conjugaron diferentes elementos que rompían con cualquier mirada lineal. Los napolitanos apoyaban a Maradona y a la Argentina, y los italianos del norte a la Selección italiana.
A continuación, comparto una reflexión de lo acontecido en el mundial con un parangón a las organizaciones y sus culturas.
Contexto cultural
Para 1860, el territorio italiano estaba dividido en diferentes reinos. Napolés formaba parte del Reino de las dos Sicilias, territorio con un poderío económico pujante, siendo el Banco de Nápoles de los más prósperos de Europa en esa época.
En ese mismo año, los reinos del norte, Cerdeña y Piamonte, impulsaban la unidad de un único reino italiano. Giuseppe Garibaldi, el jefe militar norteño, desembarcó con su ejército en tierras sureñas y anexó el territorio bajo dominio de Víctor Manuel, que se convertiría luego en el primer rey de Italia.
Varias fuentes históricas mencionan que los invasores saquearon y enviaron al norte las riquezas del suelo napolitano. A partir de allí, la bonanza económica del sur comenzó a decaer y más allá de algunos factores específicos, la invasión norteña quedó reflejada en el imaginario popular del Sur de Italia como la principal causa de postergaciones varias y heridas aún no sanadas.
Semifinales en Italia 90´
Luego de 6 años jugando en Italia, hacia 1990, Maradona ya había ganado varios títulos nacionales e internacionales con el Nápoles FC, llevándolo a posiciones de liderazgo en Italia y en Europa, rivalizando con los grandes equipos del norte italiano: Juventus y el AC. Milán, entre otros.
Gracias a sus hazañas deportivas, el astro argentino parecía devolverles “simbólicamente” la grandeza perdida a través de una de las grandes pasiones de todos los italianos: el fútbol.
Por esas cosas de la vida, la Argentina e Italia se cruzaron en las semifinales de ese Mundial. La sede del partido fue nada más ni nada menos que el estadio San Paolo en Napolés, propiedad del Club Nápoles, la casa de Maradona.
Muchos medios italianos emitieron varias declaraciones buscando el apoyo de los napolitanos a su selección “Napolitanos, apoyen a Italia”.
Maradona, rápido de reflejos, declaraba de una manera polémica ante estos:
“¿Ahora se acuerdan de Nápoles? Los napolitanos son italianos, ¿pero Italia lo sabe? ¿Sólo el día anterior del partido Argentina-Italia se acuerdan de Nápoli y los Napolitanos? Durante el año, no se acuerdan”.
El capitán de la selección argentina metía el dedo en la llaga en el conflicto cultural a flor de piel en la mente y corazón de los napolitanos.
Las identidades culturales
Como miembros de una sociedad, logramos identificarnos con aquello que nos iguala ante lo distinto. Como individuos, tenemos identidad y como parte de una comunidad tenemos una identidad cultural. Esta está compuesta por valores, costumbres, símbolos y creencias.
Los países y las organizaciones son la unión de diferentes subculturas, cada una con su identidad cultural propia. En una organización, podemos tener valores y objetivos que atraviesan a todos los colaboradores, pero miembros de diferentes sectores tienen rasgos que los diferencian. Lo que se valora en Marketing no es igual en Administración o en Recursos Humanos, independientemente de que todos están nucleados bajo la misma organización.
Otro aspecto importante para lograr nuestra identificación son los líderes. Para que un líder sea reconocido como tal debe compartir rasgos comunes y al mismo tiempo inspirar al equipo para obtener los objetivos planteados.
Maradona reunía esas condiciones. Compartía rasgos con los napolitanos (tenía un origen humilde con ganas de vencer a los poderosos) y era un prodigio futbolístico capaz de inspirar y llevar a un equipo a lo más alto.
La suma de los componentes históricos, el conjunto de símbolos, valores y creencias y los rasgos de Maradona como líder, equilibraban el apoyo del público napolitano hacia un lado.
Representativos nacionales que no representan
Si Italia fuese una organización y los italianos sus colaboradores estaríamos ante un conflicto de alineamiento de valores y creencias.
La misión de la organización era ganar el mundial, pero los valores y el sentido de pertenencia claramente se encontraban afectados. Los napolitanos apoyaban al líder que los identificaba y los había llevado a cumplir su propósito particular: un Nápoles ganador, capaz de competir contra sus rivales más poderosos. Eso era más importante para ellos que la selección nacional de fútbol.
Los italianos no eran los italianos sino que se dividieron en dos categorías: los italianos del norte (pro selección) y los italianos del sur (identificados en el imaginario con las reivindicaciones simbólicas a través de lo deportivo).
“No tenían nada contra la Argentina. Silbaban a Nápoles; al Sur”, “Las lágrimas de Maradona, fueron las lágrimas de Nápoli. ¿Cuántas veces han maltratado a Napoli a lo largo de su historia? ¿Cuántas veces ha llorado?”
Valores que inspiran a las personas
A partir de las identidades culturales podríamos revisar la creación de sentido de pertenencia de los integrantes de una organización. También deja en evidencia tensiones comunes entre individuo, grupo, líder y la organización como un todo homogéneo.
Las personas y la cultura no se pueden controlar, pero es oportuno trabajar de manera empática y flexible para integrar creencias, símbolos, y valores que identifiquen e inspiren a las personas y generen conexión plena entre los objetivos individuales y el propósito de una organización. Necesitamos hacer juntos como dice un proverbio etíope: “Cuando las arañas tejen juntas, pueden atar a un león”.
Por Iván Yubero, Consultor de gestión del cambio de OLIVIA (www.olivia-la.com)
Fuentes:
Destino Fútbol: Episodio 8: Ciudad de Diego