Toda empresa de bienes y servicios necesita de una fuerza de ventas que transforme su actividad en negocio. Llegar al cliente, convencerle de que nuestra propuesta es la mejor, es fundamental en cualquier ámbito. Sin embargo, hay dos aspectos claves para que el canal de distribución funcione con mayor eficiencia y genere los mejores resultados. El primero de ellos son las personas. El segundo, la tecnología. Ambos deben estar alineados y perseguir una meta común: poner al cliente en el centro de todo lo que hacemos como organización.
Hoy día, la tecnología es un elemento esencial tanto para la evolución interna de nuestras compañías como para su innovación comercial, ya sea de la mano de herramientas Business-to-Business (B2B) o Business-to-Consumer (B2C). Sin embargo, la tecnología no puede cambiar un hecho clave: que sigamos dependiendo de que los clientes confíen en nuestros productos y servicios. Y eso sólo lo pueden conseguir las personas que trabajan en nuestra organización. Son ellas las que construyen y mantienen la conexión con nuestra razón de ser como organización de cara al mercado.
Es decir, es necesario encontrar el equilibrio entre la propuesta de valor basada en la tecnología y los espacios de conexión humana que nutran el vínculo con el cliente. Y la fuerza de ventas está entre las áreas con mayores desafíos, que se pueden clasificar en tres tipos:
En definitiva, no es suficiente con poner las herramientas tecnológicas. Donde realmente marcamos la diferencia con nuestros clientes es al generar un verdadero impacto. Y este impacto será mayor cuanto más podamos tener en cuenta lo indicado en cuanto a los retos tecnológicos y humanos a los que se enfrentan los equipos de ventas. Cambiemos la forma de transformar y cambiaremos el mundo.
Por Oscar Velasco, socio director de transformación de OLIVIA España.
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