En esta etapa tan particular que estamos viviendo, donde tenemos la oportunidad de bajar un par de cambios y tomarnos un tiempo para reflexionar, me sentí especialmente estimulada al leer un artículo que me compartió Amalia, una querida amiga de aquellos tiempos lejanos de la facultad, que vivió muchos años en Alemania y que ahora está en Uruguay.
El artículo se llama “Die Welt nach Corona” (El mundo después del corona) * y el autor es Matthias Horx, quien introduce un concepto muy interesante: en contraposición a “Prognose” (o pronóstico) habla de “Re- Gnose” (algo así como “retronóstico”). Parte del futuro para repensar el pasado y, de esa forma, volver a construir el futuro desde una nueva perspectiva. Siguiendo a Matthias, pero trayéndolo a nuestro contexto, imaginemos por un momento que volvemos un mes atrás (habiendo pasado por el aislamiento social, la cuarentena, etc.): ¿Cómo sería nuestra vida? Acaso disfrutaríamos más de cada pequeña cosa, como el apurarnos a la mañana para llevar a los chicos al colegio, mientras escuchamos la radio, esperar en un semáforo, cargar la Sube, tomar el tren (aunque esté lleno), caminar de la estación a la oficina, las reuniones “cara a cara” con nuestros equipos y nuestros clientes, las bromas, las risas, los “post-its-de-verdad”, el mate, mirar vidrieras, ir a la “clase de” (gimnasia- yoga- canto- cocina-jardinería- violín- batería – parapente- lo-que-más-te-guste), pedir turno en la peluquería, compartir un asado con la familia o amigos, ir al cine, planificar una fiesta de cumpleaños, o unas vacaciones, en fin…
Creo que una de las primeras lecciones es que empezamos a valorar más al otro, que puede ser tanto nuestra familia como nuestro vecino, que realmente está aislado después de un viaje y que depende completamente de nosotros para comprar alimentos y sacar la basura, o nuestro comercio de proximidad, aquel al que antes ni siquiera lo teníamos “mapeado” y al que ahora vemos como una persona real de carne y hueso con la cual podemos colaborar, comprándole alguna cosa, en lugar de concentrar todas las compras en los super.
Y esto personalmente me hace redimensionar otro concepto que antes veía escépticamente más bien como una expresión romántica de deseo: glocalazation (o glocalización), es decir:“Think global, act local”.
Ahora más que nunca creo que la glocalización cobra muchísima fuerza y vigencia: todos estamos conectados, hiperconectados. Cualquier noticia tarda minutos, sino segundos, en recorrer el mundo, un chino se come un murciélago (con todo el debido respeto a la diversidad cultural), muta el virus y en unos días contagia gente a miles de kilómetros de distancia, pero, a la vez, ahora somos más conscientes de nuestra cercanía, de nuestra humanidad, fragilidad y vulnerabilidad, nuestra conexión con nuestras comunidades: nos preocupamos por nuestro vecino, por nuestro pequeño comerciante de barrio, por nuestro país, es decir, la ultra especialización y la ventaja competitiva ya no son principios irrefutables. Sin negar los beneficios de la globalización, desarrollamos una especie de “lente bifocal” (suena a mi abuela), que es capaz de mirar todo el contexto, el mundo, es decir, el “big picture”, pero a lavez hacer foco en lo particular, lo local, buscando encontrar respuestas que compatibilicen y potencien ambas miradas. Algo esencial cambió, y ya no volveremos a ser los mismos… Y vos, ¿qué pensás?
Por María Michalowski, Gerente de cambio y transformación organizacional de OLIVIA (www.olivia-la.com)
(*) www.linguee.de/deutsch-englisch/uebersetzung/prognose.html