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El reciente decreto de necesidad y urgencia (DNU) publicado por Javier Milei está generando un intenso intercambio en la sociedad, un debate que recién comienza. Y mientras los técnicos en las distintas disciplinas intentan tener un mapa de impacto de cómo cambiará la vida de los argentinos a partir de los más de 300 puntos que abarca en forma amplia las reglas del juego de la economía Argentina, las organizaciones tienen en su agenda puntos particulares por tratar. 

Entre ellos, existe un  punto central que es innegable en la agenda de cualquier organización, con o sin fines de lucro. 

Estamos ante un escenario inédito y lo que está por confirmarse es qué cambiará la Argentina y cómo será ese cambio,  y lo único que tenemos asegurado es un periodo de alta incertidumbre por delante. 

En el caso que el Gobierno encabezado por Milei logre pasar el DNU y éste se convierta en la base de las nuevas reglas del juego, será momento de revisar el nuevo terreno. Incluso, será tarde para analizarlo en ese momento porque no habrá margen de maniobra. Es decir cambiará las políticas económicas y fiscales, las condiciones laborales (leyes, convenios colectivos, etc.) y se modificará la relación de los empleados y la empresa, podrían existir potenciales cambio de costos de producción y podría aparecer una nueva competencia en distintas categorías. 

La desregulación de la Economía, así como está planteada, no termina de mostrar la totalidad de su alcance e impacto.  

Como si fuera poco, por lo menos en el corto plazo y considerando la inflación que asoma, también cambiará la demanda del mercado: ya sea a través del cambio del poder adquisitivo o de la mayor oferta que se debería dar en la liberación teórica de las importaciones,  podríamos estar ante un consumidor con más opciones pero con menos recursos. En el fondo los recién nombrados son solo algunos resultados potenciales que podría tener cualquier organización.

Como consecuencia, ante un contexto completamente nuevo, la morfología de las organizaciones requerirá revisarse para sobrevivir o aprovechar el contexto para capturar oportunidades. Porque lo que es seguro es que este tipo de escenarios, también representa oportunidad.

Hemos podido estudiar decenas de casos en contextos de alta incertidumbre y hemos encontrado patrones específicos que las organizaciones y los líderes tienen que considerar para afrontar los altos niveles de incertidumbre que se aproximan. 

Desde el uso de metodologías para capturar nuevas oportunidades, la velocidad del aprendizaje para desarrollar nuevas capacidades, las formas de trabajo para adaptarse a los tiempos que corren y la gestión emocional para sobrellevar la montaña rusa que será la Argentina en los próximos días, meses y años.

Aquellas organizaciones que tengan un modelo virtuoso para afrontar los altos niveles de incertidumbre y gestionar la crisis con altura, serán los grandes ganadores. La velocidad de su capacidad adaptativa será aún más valiosa que su caja y sus actuales productos. Sin embargo no solo deberá ser una capacidad sino que deberá convertirse en su ADN cultural.

Una vez más, la realidad pone a prueba la adaptabilidad de las organizaciones y las posibilidades que cada una de ellas tendrá de construir su propio éxito. Pensar en tener suerte es un riesgo en un contexto actual es jugar un pleno en un juego de azar donde la casa nunca pierde. 

Por Ezequiel Kieczkier, Socio fundador de Olivia  y coautor de Crisis & Co.

Le el artículo original de Forbes aquí

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