A pesar de que se trata de un sector con mucho futuro, que emplea alrededor de 12 millones de personas en el mundo, las nuevas generaciones no terminan de comprometerse. Siguen privilegiando el desarrollo personal más que la inserción empresarial.
Un ingeniero en petróleo recién graduado, con el mejor promedio de los últimos veinte años en la prestigiosa universidad argentina en la que había estudiado, comenzó a trabajar como pasante por seis meses en una empresa líder del sector de Oil & Gas. Hasta aquí, todo parece indicar que se trataba del match perfecto. Pero algo salió mal en el camino. Al cabo de ese período inicial, y consecuencia de su desempeño, se le ofreció un cargo fijo. Lo rechazó para cumplir su sueño: cruzar Nueva Zelanda de punta a punta en bicicleta. Hoy trabaja como científico de datos, en una industria para nada relacionada con el mundo de la energía.
Esta historia real es apenas un ejemplo de una realidad que el sector vive a menudo: a pesar de que se trata de un sector intensivo en términos laborales, que emplea unas doce millones de personas en todo el mundo, captar el talento joven es un verdadero desafío para esta industria. Las razones van desde un apego a las estructuras empresariales tradicionales hasta la ausencia de un mensaje que comulgue con los valores de las nuevas generaciones.
Los GenZ o centennials, es decir, aquellos que nacieron entre 1995 y 2010 y que constituirán, de acuerdo a diversas estimaciones, aproximadamente el 27% de la fuerza laboral en 2025 y el grupo demográfico más numeroso en el lugar de trabajo para el final de la década, llegan con nuevas demandas y aspiraciones, muchas de las cuales resultan ajenas a la cultura tradicional de las empresas de Oil & Gas.
La palabra clave es “valores”: un estudio realizado por una importante consultora global detectó que la enorme mayoría de los miembros de esta generación (86%) como de los millenials (89%) manifiesta que tener un propósito en el ámbito laboral es importante para su satisfacción y su bienestar.
Dicho de otra manera: no tendrían problemas en rechazar un trabajo que no esté alineado con su forma de ver la vida, en especial en aspectos como el balance entre el tiempo dedicado a la actividad laboral y a las cuestiones personales y las oportunidades de aprendizaje, desarrollo de carrera y crecimiento profesional.
En términos de valores, si bien ponen la lupa mayormente sobre el compromiso comunitario, la diversidad y la inclusión y el impacto social de una organización (al menos el 75% de ellos lo hace), particularmente en el mundo del petróleo y el gas aparece un factor aún más relevante: la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente. No se trata únicamente de establecer un discurso agradable: las compañías necesitan demostrar un compromiso genuino con estos temas para ser en verdad competitivas a la hora de atraer talento.
Cambio cultural
El mercado en general tomó nota de estas tendencias: los anuncios de empleo en LinkedIn que destacan los valores y la cultura de la empresa que ofrece la vacante se incrementaron un 154% en solo dos años.
Un llamado de atención para las empresas de petróleo y gas que quieran convertirse en imanes de talento joven, que necesitan para eso avanzar sobre una transformación cultural profunda, orientada no solo a la eficiencia operativa sino también a la sostenibilidad y la responsabilidad social. Es una transformación integral: no se trata únicamente de seducir al talento, sino al conjunto de la sociedad. Si la comunidad apoya a la compañía, sus miembros van a querer trabajar en ella.
Este fenómeno se vincula en especial con un cambio en la cultura empresarial. Se vislumbra una reconversión de la industria hacia un enfoque más amplio en energía y esta nueva perspectiva requiere más visión y decisión que dinero. Es fundamental superar paradigmas mentales arraigados (mindset) en la industria del petróleo, que se basa en activos (plantas, pozos, refinerías, etc.) y avanzar hacia un modelo centrado en el cliente.
Las personas
Esta transformación no se trata de algo que pueda ocurrir de un día para el otro. Requiere de un esfuerzo considerable, ya que implica tanto modificar la cultura interna como proyectar una nueva imagen, creíble, para los clientes.
Por eso, contar con el acompañamiento de un socio especializado en procesos de cambio puede ser la brújula para llegar a destino en un camino tan complejo. Una nueva mirada que le permitirá a las petroleras ofrecer soluciones que se alineen con las aspiraciones de las nuevas generaciones: desde opciones renovables hasta asesoramiento basado en datos para optimizar la eficiencia en el uso de los recursos.
El círculo virtuoso quedará así activado. Los jóvenes que se entusiasman con la idea de la energía distribuida y la autonomía querrán trabajar en una empresa que promueve estas innovaciones, ya que eso les permitiría ser parte de la revolución con la que sueñan.
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Por Jorge Gatto, socio & COO Global de OLIVIA