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El liderazgo reforzó este año un elemento que por demasiado tiempo estuvo ausente: la dimensión humana. La explosión del entorno virtual, revaloriza la genuina conexión entre las personas de nuestro ecosistema. Los que desempeñan el rol de CEO son quienes mayor provecho pueden -y deben- sacarle a esta tendencia.

Los egipcios arrancaron en el 2700 antes de Cristo con la construcción de las pirámides. Desde entonces, estas esculturas sufren los embates de vientos, cambios de temperatura y, también, las masas de turistas que las visitan cada año. Sin embargo, resisten. Lo mismo se puede decir de las jerarquías en las organizaciones. Creadas a lo largo de la edad moderna, los escalones que llevan del lugar de trabajo del empleado, al espacio del responsable de equipo, pasando por la oficina del gerente o el director de área, la del vicepresidente para llegar a ascender, finalmente, a la oficina del o de la CEO se mantienen inalterables. Hasta ahora…porque si algo nos demostró la pandemia es que esa pirámide ya no tiene sustento. La oficina como centro neurálgico de nuestro trabajo desapareció. Nuestro universo privado y profesional confluyeron y nos acercaron unos a otros.

Más que nunca, es importante estar cerca para saber lo que está funcionando y lo que no lo está, en un mundo que hace de la iteración y del aprendizaje ágil una condición sine qua non para ganar. La cercanía que habilitó la tecnología, hoy, no es un canal más para que el/la CEO o el/la líder baje de su torre de mando y tome contacto con su base. Es una obligación si es que quiere saber qué está pasando en la compañía y con sus clientes. Si la agenda del o de la CEO, antes de la pandemia, demasiadas veces estaba colmada de reuniones con ejecutivos, en el mundo post pandemia, debe llenarse de conversaciones con los colaboradores. Solo así el/la CEO que genuinamente quiere lograr que su organización aproveche el futuro -y no lo sufra- podrá saber qué y por qué está pasando. La torre de mando, hoy, es el llano. Porque el mundo que nos entregó 2020 es plano.

 

La nueva cercanía 

En su trabajo: “Leading in Wicked Times: A radical Shift to Inquiry, Humility and Fairness”, los autores Ludo Van der Heyden y Natalia Karelaia, hacen un buen recuento de aquellos líderes que aprovecharon esta cercanía al máximo. Ahora los/las CEOs pueden estar muy cerca de la primera línea de fuego del negocio.

Por ejemplo, qué mejor para saber qué le pasa a nuestro cliente que conversar mediante una taza de café con uno de nuestros vendedores o comerciales. Qué mejor canal para buscar nuevos líderes con potencial, que pedirle una recomendación a un colaborador alejado de casa central.

Aún más claro es el impacto que se genera en una de las situaciones más difíciles que nos tocó a todos transitar en el último año: el día que la compañía debe admitir que quizás no puede pagar la totalidad de los sueldos. Lo mejor que puede hacer el o la CEO para canalizar el impacto de tal noticia es contar personalmente a toda la organización las razones para la medida y su alcance. Nivelará así el acceso a esta información sensible para todos por igual. Desactivará así juegos de poder, la toxicidad del radiopasillo, el miedo y la inseguridad. La experiencia enseña, que las personas no solo valoran tal apertura y honestidad, sino que la apoyan. Todos queremos preservar nuestro puesto de trabajo y poder hacer nuestra parte en ello nos hace parte.

Recordemos, antes, situaciones de alta volatilidad como estas solían atomizarse, creando distintos focos de conflicto difíciles de gestionar. Hoy, la posibilidad para encauzar conversaciones que afectan el core emocional de cada miembro de la organización están a solo un click de distancia. Porque liderar es lo que siempre fue: todo comienza con la calidad de las conversaciones.

 

Nunca tuvimos tanto permiso para fallar

Y para que aquellos que aún dudan del beneficio de bajar de la pirámide para liderar desde el llano o que simplemente tienen otra visión del liderazgo déjenme decirles que es un momento para planteárselo. Por lo menos para probar. ¿La razón? Nunca antes tuvimos tanto permiso para equivocarnos como en estos tiempos de pandemia. Nunca antes, tuvimos tanto permiso para animarnos a desafiar el status quo para garantizar la subsistencia de nuestras organizaciones. Entonces, nunca antes tuvimos tanto espacio para buscar el cambio como en este período de transformación constante. Es más fácil hacerlo ahora y eso nos permite relajarnos y ser más genuinos que nunca. Liderar desde las tripas, si se quiere y en ese camino lograr la confianza que necesitamos para aprovechar este nuevo mundo. Porque, como dicen Francis X Frei y Anne Morris: “Todo empieza con la confianza”.

Recordemos, la pandemia nos enseñó que nadie tiene todas las respuestas. Nuestros ecosistemas tomaron nota de ello y lo único que piden es que no se les mienta. Bajar al llano, le permite al o a la CEO un activo de peso para navegar las aguas hacia un futuro incierto: ganar confiabilidad. Lo habilita a validar que su éxito depende del input de cada uno de sus colaboradores, desde el gerente hasta el operario. La transparencia se transforma en una propuesta de valor. ¿El secreto para lograrlo? Romper con la visibilidad de la pirámide sin desaprovechar un día más.

 

Por Alberto Bethke, socio OLIVIA España

 

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