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El descontento laboral en España está alcanzando niveles preocupantes. Según un reciente informe de la consultora Gallup sobre el estado del lugar de trabajo, este país es el tercero de Europa en el que se registra un menor compromiso laboral, menor grado de satisfacción de los empleados y niveles más elevados de enfado, tristeza y estrés en el trabajo.

Algo que nos debería dar un toque de atención, porque no es un tema menor, ya que de todos es sabido que los equipos empresariales más comprometidos generan resultados positivos dentro de las organizaciones. Por el contrario, este mismo informe estima que el bajo compromiso le cuesta a la economía global unos 8,9 billones de dólares, o el 9% del PIB.

Esta crisis se refleja también en los indicadores de productividad: un estudio del Instituto de Estudios Económicos (IEE) revela una caída del 1,9% en la productividad por empleado en los últimos cinco años, situando a España por debajo de la media europea.

¿Qué está ocurriendo?

La respuesta se encuentra en lo que podríamos denominar la ‘gran desconexión’. Existe una creciente brecha entre las expectativas de las empresas y las necesidades de los empleados. La tradicional valoración española del equilibrio entre vida laboral y personal, si bien es un valor positivo, pareciera chocar con las demandas cada vez más exigentes de un mercado globalizado.

La rigidez de muchos modelos de gestión tradicionales y la resistencia al cambio son otros obstáculos a superar. En un mundo laboral en constante evolución, las empresas deben adaptarse a las nuevas realidades y necesidades.

 

La Generación Z, que ya representa cerca de 8 millones de personas en España, y que para 2025 podría constituir el 30% de la fuerza laboral, busca empresas que valoren la innovación, un ambiente de trabajo inclusivo y la flexibilidad.

Recientemente, en una conversación con el CEO de una importante farmacéutica, discutimos la necesidad de adaptarse a las nuevas generaciones. A pesar de ofrecer cierta flexibilidad, este ejecutivo se mostraba reacio a permitir cambios más significativos. Esta actitud refleja una resistencia común entre los líderes empresariales, que temen perder control y cohesión. Sin embargo, la rigidez puede ser contraproducente en un entorno donde el talento joven valora cada vez más la autonomía y el equilibrio entre trabajo y vida personal.

La flexibilidad también debe abarcar el uso de la tecnología. Permitir que los empleados elijan las herramientas que mejor se adapten a sus necesidades puede fomentar una mayor eficiencia y satisfacción en el trabajo. En varias compañías ya es común la práctica de llevar sus propios equipos (BYOD, del inglés «bring your own device») y elegir qué tecnologías usar.

De hecho, según un informe de Microsoft y LinkedIn, a pesar de no contar con una estrategia definida de Inteligencia Artificial (IA) en sus organizaciones, el 68% de los trabajadores en España utiliza ya la IA, y el 77% introduce sus propias herramientas de IA en el entorno laboral.

Adoptar un enfoque más abierto hacia la virtualidad y la tecnología puede ser clave para atraer y retener talento en un mercado laboral cada vez más globalizado. Y más cuando el 86% de los empleados en culturas con un alto grado de innovación quieren permanecer en sus trabajos.

Cómo impulsar el compromiso laboral

La clave para incrementar el compromiso laboral en España no pasa únicamente por cambios regulatorios, como la propuesta de trabajar cuatro días a la semana, aunque esta medida puede contribuir a mejorar el equilibrio entre vida laboral y personal. La verdadera transformación requiere un cambio cultural profundo en las organizaciones.

Las organizaciones españolas se enfrentan a una oportunidad única: liderar el camino hacia una nueva era de compromiso laboral. En este sentido, es vital que empiecen a valorar la adaptabilidad como una competencia esencial. La habilidad de cambiar y evolucionar no solo es importante para la supervivencia en un mercado global cada vez más competitivo, sino también para aprovechar las oportunidades que surgen en un mundo en constante transformación.

El equilibrio entre la vida personal y profesional es una de las principales fortalezas de la cultura laboral española, pero debe acompañarse de una apertura al cambio y una disposición a adoptar nuevas formas de trabajo. Esto incluye no solo la flexibilización de horarios y lugares de trabajo, sino también la integración de nuevas tecnologías y la promoción de una cultura organizacional que valore la diversidad y la inclusión.

Para que España pueda superar sus desafíos actuales en términos de compromiso laboral y productividad, es necesario un enfoque integral que combine la apreciación de la vida personal con una apertura al cambio y la innovación. Las organizaciones que logren encontrar este equilibrio estarán mejor posicionadas para atraer y retener talento, y para prosperar en el competitivo mercado global.

La ‘gran desconexión’ es un desafío complejo que requiere soluciones a largo plazo. Sin embargo, es innegable que la transformación es posible. Al fomentar una cultura organizacional más humana, flexible y orientada a las personas, las empresas pueden crear entornos de trabajo más atractivos y productivos.

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Por Gabriel Weinstein, Managing Partner Europe de OLIVIA

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