La importancia de líderes que inspiren con acciones genuinas.
Privilegios sin sentido, falta de flexibilidad y el "trabajo falso" son algunas de las costumbres que limitan el potencial de las organizaciones.
En las organizaciones, muchas prácticas y costumbres carecen de sentido y, al analizarlas detenidamente, revelan un trasfondo de inmadurez y miedo que atenta contra la productividad, la credibilidad y, sobre todo, la autoridad de sus líderes. A esto lo llamamos “onanismo organizacional”, un concepto que surgió en un episodio de “Whisky Stories”, ese espacio de reflexión que compartimos en OLIVIA para explorar las tendencias que moldean el futuro organizacional. Es, en esencia, una suerte de autoindulgencia colectiva que se perpetúa sin cuestionamientos.
Hablemos de los privilegios sin sentido. Cocheras exclusivas junto al ascensor, oficinas con baño privado, ascensores reservados para directivos. Aunque estas distinciones fueron vistas durante mucho tiempo como naturales, hoy resultan absurdas y, en cierto modo, contraproducentes. ¿Qué mensaje envían estas prácticas a los colaboradores? Que sus tiempos, esfuerzos y realidades no valen lo mismo que los de quienes ostentan cargos superiores. En un mundo que demanda cercanía y autenticidad de los líderes, estas dinámicas refuerzan una desconexión peligrosa.
La autoridad y el poder son conceptos distintos. El poder viene con el cargo, con la “cinta de capitán”, con la jerarquía. Pero la autoridad no se impone, se construye. Aquí entra en juego el ejemplo de Lionel Scaloni, director técnico de la selección argentina de fútbol, y Lionel Messi. Scaloni, lejos de aferrarse a su posición para imponer decisiones, construyó su autoridad desde la humildad, rodeándose de un equipo técnico sólido, escuchando diferentes perspectivas y fortaleciendo los vínculos humanos dentro del equipo. Messi, por su parte, personifica el liderazgo basado en la coherencia y la cercanía: comparte vestuario, viaja en el mismo micro que sus compañeros y lidera desde el ejemplo, sin necesidad de reclamar privilegios. Ambos representan cómo la verdadera autoridad trasciende los símbolos del poder y se construye desde la coherencia, el respeto y la acción.
Miedo al cambio
Otro ejemplo recurrente de onanismo organizacional es el miedo al cambio. Pensemos en prácticas como los horarios rígidos, que se sostienen como si fueran garantes de productividad. Si un equipo necesita que se legisle de 9 a 18 para funcionar, quizá el problema no sea el reloj, sino la falta de objetivos claros o un liderazgo inmaduro. Vivimos en un mundo cada vez más flexible, donde lo importante no es estar presente durante ciertas horas, sino cumplir metas, agregar valor y generar impacto.
El trabajo falso también merece su mención. ¿Cuántas veces vimos reportes o procesos que no sirven para nada, pero que se siguen ejecutando porque “así se hizo siempre”? Este tipo de tareas vacías son un reflejo del miedo a cuestionar lo establecido y, en última instancia, a perder relevancia o incluso el empleo. Es clave que los líderes se animen a identificar y eliminar estos lastres para liberar tiempo y recursos que realmente agreguen valor.
Las organizaciones enfrentan hoy un desafío histórico: adaptar sus culturas y prácticas a un mundo que exige transparencia, flexibilidad y significado. Esto implica, entre otras cosas, deshacerse de:
- Privilegios anacrónicos
- Cuestionar los presupuestos
- Eliminar el trabajo que no aporta
Como Scaloni en el armado de su equipo campeón, el líder debe tomar decisiones valientes, difíciles y, sobre todo, coherentes.
Al final del día, el onanismo organizacional no es más que un reflejo de inseguridades y miedos colectivos. Para erradicarlo, las empresas necesitan líderes dispuestos a hacer una pausa, cuestionar el statu quo y tomar acciones concretas para construir culturas más auténticas, colaborativas y alineadas con los tiempos que corren.
Quizá sea hora de entender que el verdadero liderazgo no se ejerce desde una cochera exclusiva ni desde la altura de un ascensor privado, sino desde la conexión genuina con las personas y la capacidad de inspirar confianza y propósito.
Por Ezequiel Kieczkier, CEO y socio fundador, y Alberto Bethke, socio fundador de la consultora OLIVIA.
Te invitamos a ver el episodio "Onanismo Organizacional" de Whisky Stories en nuestro canal Olivia Play.