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Cuando el cambio es el mayor acto de liderazgo

Aferrarse al pasado en un mundo cambiante es el mayor error de liderazgo. Las empresas que entienden la sucesión como una oportunidad, y no como una crisis, tienen mayores chances de seguir liderando el mercado.

Si en el rock hay lecciones para los negocios, la primera es que hasta las bandas más legendarias necesitan renovarse. Miramos a grupos como AC/DC, Kiss, o los Rolling Stones, y vemos que, para mantener su estatus, no se limitaron a repetir fórmulas. Cada uno de estos grupos produjo grandes éxitos en el pasado, pero también supieron reinventarse: tomaron decisiones arriesgadas y abrazaron lo nuevo: desde lanzamientos en plataformas de streaming hasta el icónico merchandising de Kiss, que genera millones. La innovación, para ellos, no fue opcional; fue la clave para mantener su lugar en el podio. Y este es un mensaje claro para los líderes de las organizaciones.

¿Cuántas empresas caen en la trampa de pensar que lo que las hizo exitosas hace años seguirá garantizando su espacio en el mercado? “Equipo que gana no se toca” puede sonar lógico, pero es una falacia cuando el mundo cambia más rápido que nuestras ideas. Insistir en el mismo equipo y con las mismas prácticas es aferrarse al pasado en un presente que exige adaptabilidad y visión de futuro. La sucesión y el cambio de liderazgo no deberían percibirse como una crisis inevitable, sino como una transición natural y, en muchos casos, saludable.

Volviendo al mundo de la música, veamos, por ejemplo, a Journey, banda de culto que entendió el valor de renovarse al incluir a Arnel Pineda en 2007, un cantante de una generación diferente. Esta historia nos muestra que integrar a alguien nuevo no significa “jubilar” la historia de la banda, sino inyectar aire fresco. ¿Por qué no aplicamos esta lógica en el mundo de las empresas? A veces, la misma compañía que reconoce la necesidad de lanzar nuevos productos sigue aferrándose a liderazgos que hace mucho superaron su mejor etapa.

Es momento de cuestionar esa resistencia al cambio, esa creencia de que “nadie lo hace como yo”. El liderazgo no se trata de imponer una fórmula personal, sino de entender cuándo es hora de dar un paso al costado para que otro –quizá con un enfoque más adecuado para los tiempos que corren– tome el comando y lleve a la empresa a la siguiente fase. La sucesión es más bien como una posta olímpica: el éxito no es del último atleta, sino del equipo completo. Pero, para ello, cada uno tiene que entender cuándo es su momento de soltar y dejar que el próximo tome el relevo.

Esta transición no significa el fin, sino el comienzo de algo diferente. Es dejar atrás prácticas que cumplieron su ciclo y permitir que la organización se prepare para el futuro. Si esto lo entendió hasta el Vaticano, con un Papa, como Benedicto XVI, que renunció en pos de un relevo adecuado, ¿por qué cuesta tanto en las organizaciones? En el ámbito corporativo, solemos ver las sucesiones como un “mal necesario” cuando, en realidad, son una oportunidad invaluable para reinventarse. La sucesión bien entendida es un paso hacia el crecimiento, no una retirada por debilidad.

Atención a las señales 

Las señales de que es momento de un cambio de ciclo están ahí, a la vista, pero requieren de líderes atentos y sin ego. Desde resultados que ya no se sostienen con las mismas estrategias hasta el simple “malestar” de sentir que algo ya no fluye. Esta falta de “flow” nos indica que el ciclo necesita un nuevo impulso. No hay peor error que ignorar el estancamiento y sólo tomar acción cuando los resultados ya están comprometidos. No se trata de esperar a que la cultura o el mercado nos fuercen a cambiar, sino de ser proactivos, críticos, de saber leer la cancha y anticiparse a la jugada.

Un buen líder, uno que de verdad mira hacia el futuro, no es aquel que solo sabe “dirigir el barco” en cualquier clima. Hay líderes expertos en navegación bajo tormentas, otros, en prever tendencias, y algunos más, en optimizar equipos en tiempos de bonanza. Un CEO que entiende su rol sabrá cuándo su experiencia es útil y cuándo lo más inteligente es hacer a un lado el ego y facilitar la llegada de alguien mejor preparado para los retos del próximo ciclo.

Lejos de ser un corte con el pasado, la sucesión, en definitiva, es la continuidad de un legado que se adapta. Las compañías que logran aceptar esta dinámica son aquellas que prosperan y dejan de lado las excusas de “siempre se hizo así”. 

Al igual que en las grandes bandas de rock, la clave no está en repetir éxitos pasados, sino en seguir creando nuevos. Hoy, las organizaciones que apuestan a este cambio de liderazgo antes de que los resultados lo exijan tienen más posibilidades de seguir encabezando el escenario económico.

Por Ezequiel Kieczkier, CEO y socio fundador, y Alberto Bethke, socio fundador de la consultora OLIVIA.


Te invitamos a ver el episodio "La Sucesión"  de Whisky Stories en nuestro canal Olivia Play.

 

 

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