Liderar en el caos: el equilibrio entre la urgencia y la estrategia
¿Cómo liderar en medio de la urgencia constante? Una reflexión sobre la importancia de encontrar el balance entre velocidad y calidad para enfrentar las demandas sin sacrificar resultados ni equipos.
Napoleón tenía razón. No se trata de correr contra el reloj, sino de saber cuándo pisar el acelerador y cuándo conviene bajar la velocidad. La frase “Vísteme despacio, que tengo prisa”, atribuida tanto al emperador francés como a otros líderes históricos, encuentra su relevancia en las empresas de hoy, donde el tiempo se convirtió en un recurso crítico y la urgencia parece definir el día a día.
En un episodio reciente de “Whisky Stories”, un espacio donde exploramos los desafíos organizacionales y el impacto del liderazgo, hablamos de esas compañías que arrastraron desde el cierre del año retrasos y acumularon proyectos a medio camino con objetivos que de pronto deben resolverse “para ayer”. Desde reuniones de avance llenas de estupor hasta planes de acción forzados que buscan hacer en una semana lo que no se hizo en meses.
El ciclo del caos: cómo evitar que los plazos y las urgencias desmoronen a tu equipo
En muchas empresas, los proyectos plurianuales se planifican con agendas, reuniones de avance y equipos dedicados. Pero, cuando la realidad aprieta—ventas en baja, inflación descontrolada o un tipo de cambio inestable— es común que esos proyectos se atrasen. Entonces, llega el 'shock de realidad': reuniones donde la presión por cumplir plazos genera soluciones apresuradas y, por lo general, ineficientes. ¿El resultado? Intentos desesperados por recuperar el tiempo perdido que rara vez terminan bien.
La analogía del acordeón ilustra perfectamente este fenómeno. Los líderes dejan que los plazos se estiren hasta el límite, para luego contraerlos bruscamente y exigir resultados inmediatos. La organización entra en un ciclo de estrés que no solo compromete la calidad del trabajo, sino también la moral de los equipos. Como la naturaleza nos enseña y nos gusta decir, nueve embarazadas no hacen nacer un niño en un mes.
Liderazgo ágil: constancia y claridad en tiempos de presión extrema
Esto nos lleva a reflexionar sobre el verdadero rol del líder. Un sponsor de proyecto no debe limitarse a ser un nombre en un PowerPoint. El liderazgo eficaz se basa en la constancia: mantener una agenda clara, priorizar lo importante sobre lo urgente y garantizar que los procesos avancen de manera sostenida y organizada. Ser líder no es encender alarmas cuando todo está al borde del colapso, sino prevenir que se llegue a ese punto.
Aquí es donde algunas metodologías ágiles tienen mucho que enseñarnos. Aunque estén “de modé” para algunos, en su esencia promueven la constancia: avanzar en ciclos cortos, probar, ajustar y mantener un ritmo sostenible. La agilidad no se trata de caminar rápido por los pasillos o de cumplir cronogramas a toda costa, sino de encontrar un balance entre velocidad y calidad. Algo que muchos líderes parecen olvidar cuando intentan forzar lo incomprensible.
Pero, ¿qué pasa cuando ya estamos atrasados? La respuesta no está en apurar procesos. Al contrario, se trata de asumir el desvío con realismo. Como líderes, hay ciertos pasos clave que pueden ayudarnos a retomar el control sin comprometer la calidad ni la moral del equipo:
- Priorizar lo relevante. No todo proyecto o tarea tiene el mismo peso estratégico. Evalúa qué vale la pena empujar y qué puede ser descartado.
- Cancelar lo innecesario. Tener el valor de abandonar proyectos que perdieron relevancia es tan importante como completarlos a tiempo. Insistir con cumplir con objetivos que ya no están alineados a la realidad es un ejercicio de onanismo organizacional: un acto de aparente productividad que solo sirve para satisfacer mandatos corporativos desvinculados del contexto.
- Diagnosticar las causas del atraso. Antes de intentar recuperar el tiempo perdido, es fundamental entender qué falló y por qué.
- Ajustar expectativas. Comunica de forma clara y realista los cambios en los plazos o entregables. La transparencia es esencial para mantener la confianza del equipo y los stakeholders.
- Enfocarse en el aprendizaje. Usa los atrasos como una oportunidad para identificar mejoras en los procesos y evitar que los mismos errores se repitan.
“Vísteme despacio, que tengo prisa”. Esta frase no es una invitación a la mediocridad ni mucho menos al movimiento slow, sino una llamada a la reflexión. Si un proyecto es importante, debe ser sostenido con constancia y compromiso. El tiempo no se recupera, pero se puede invertir con sabiduría. Como líderes, tenemos la responsabilidad de construir futuro, no de improvisarlo.
En el caos, el liderazgo puede marcar la diferencia. Pero para eso, primero debemos ser capaces de gestionar nuestros propios tiempos y prioridades. Porque, al final, liderar no es acelerar, sino saber cómo avanzar de manera estratégica y sostenible.
Por Ezequiel Kieczkier, CEO y socio fundador, y Alberto Bethke, socio fundador de la
consultora OLIVIA.
Te invitamos a ver el episodio"Siguiendo a Napoleón" de Whisky Stories en nuestro canal Olivia Play.